martes, 1 de agosto de 2006

Comprate una docena...

Una noche comprate una docena de sandwiches de miga. Acomodalos en el asiento del acompañante. Recorré alguna avenida. Esperá ver un pibe en un semáforo. No lo busques. Aparece solo. Yo no compré los sandwiches...sobraron de la noche.
Yo venía de San Fernando. Marquez y Centenario cae x decantación, ahí no falla. Siempre hay varios pibes, a pesar de los carteles municipales. Y la sensación es muy extraña:
Bocina. El pibe camina. No duda, la tiene más clara que vos. Agarra paquete, abre y come. Ni gracias, no tiene ganas, sólo tiene hambre.
Luego, un montón de sensaciones: "El deber cumplido": las pelotas, nadia cambia. "Algo es algo": uno menos que pasó hambre. "Eso es frío": Verdad, nosotros nos quejamos de llenos (no había más de 6 grados, yo con calefacción, campera y estéreo, rumbo a la cama). "¿Escribo en el blog?...Si otro experimenta la sensación, será otro pibito con una noche menos de hambre": no sos ejemplo de nada. "Escribirlo suena moralista barato (porque encima el blog es gratis)": Algo de cierto hay, pero no tengo necesidad de engañar a nadie.
Es muy raro, ¿el pibe sabe porqué lo haces? ¿porqué lo haces? ¿porqué lo contás? ¿volvés algún día a llevar otra cosa o no volvés más? ¿quién se hace cargo? ¿cambia ésto? ¿porqué el Alberto no modifica todas las partidas ahora que puede, y termina con el hambre? ¿se puede hacer éso o es un cuento? ¿va al colegio? ¿quien elije que él esté ahí y vos viendo esto? Si llegás a verlo, porque capaz se publica y ante tantas preguntas que genera casi una docena, lo borro rápido porque no me guste nada lo que escribí...
Ah! el pibito lloraba: "¿Porqué llorás?", pregunté.
"Me entró una piedrita en el ojo", me dijo y abrió el paquete, que no llegaba a una docena...

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